El silencio
se descubre ante mí
con vuestro silencio,
es la experiencia
del encuentro
con el corazón
con el que siento,
que ese silencio
cobija la oración
y la protección
con la que el espíritu
recobra su silencio,
es
el poder encontrarse
ante la experiencia
viva
de Jesús
en nuestras vidas,
que sin duda
toca el alma
que se encuentra
con la gracia
de Dios
¡en otras almas!,
por la gracia
divina.
Soy fiel
al mensaje
que transciende
al silencio,
a la misma
veracidad
con la que se
contemplan
las palabras
en un mismo
pensamiento.
El Espíritu
me da su Paz
que me conmueve
al contemplar
desde el silencio
el ejercicio
con el que siento
a Dios considerar,
la luz con la que
se inspira
mi vida,
la oración
por la que invoco
a su presencia
mi sabiduría,
que por medio
de cada palabra
escrita
me descubre
ante lo que siento
y lo que hallo
con el alma
y la emoción
contenida,
para ser
la inspiración
que me motiva
el vínculo
con la espiritualidad
que me ilumina,
siendo
la relajada distracción
del pensamiento
la diferencia
que me cautiva,
la mente
en el silencio
en el que se desvanecen
oscuros reflejos
de la realidad,
que desvían
la atención
del equilibrio
de cada sentimiento
que lucha
por alcanzar
en el silencio,
lo que conmueve
a mi verdadera
espiritualidad.
Siento
el silencio espiritual
de Dios
con su Paz
es
lo que contemplo,
la más verdadera
sensación
con la que
no medito solo
ante su silencio,
siento sin duda
todo ese amor
que me llena
de esperanza,
de sentimientos,
de alegría
y satisfacción,
simplemente
con su silencio,
porque sólo así
puedo sentir
como su presencia
está
tan dentro
como fuera
de mí,
siendo
la experiencia
de su amor
la que
me inspira el alma
tan llena
como me lo hace
sentir.
Siento
las palabras secretas
del alma
como de silencios
poderosos,
la proyección
de un estado
en el que encuentro
el vacío
ante mis ojos,
sólo necesito
el silencio
en la oscuridad,
que me responde
al pensamiento
al encontrar,
la inmóvil sensación
con la que me abraza
su serenidad,
es la raíz
con la que comprendo
mi tiempo
y la realidad,
de encontrar
por medio del silencio
el significado
espiritual,
en mi pensamiento
en el que soy
el alma
con la que siento,
que las palabras
son el silencio
con el que encontrarse
a uno mismo,
ante una libertad
nunca antes
soñada,
en la realidad
con la que me penetra
el vacío
de un sueño
del que logro
despertar,
para ser lo único
que ante mi silencio
puedo explicar.
El universo
sin duda
está
en la mente,
sólo
con Dios
ese misterio
se entiende.
El misterio
son sus ojos
al contemplar la luz
o al adentrarme
ante la oscuridad
que en la noche
descubro en mi rostro
con sueños de luz,
ese es el misterio
en el que se encuentra
mi alma, atrapada
por el fervor piadoso
cuando mi oración
es, Jesús,
que mana de la oscuridad
de un único pensamiento
que me conmueve
con la emotividad
de un sentimiento
con el que poder rezar
y orientar mi actitud,
que cuanto más oscuro
es lo que siento
con más luz
se vuelve en lo cierto
y me descubre solo
ante un silencio
sin reparar
ante mi pronta
inquietud.