Veo un vacío en vuestras miradas
no encontráis vuestro silencio
la quietud y el encuentro
en el que necesarias son
pocas palabras
pero sí prestar atención
a como son precisas
y deseadas,
ante un silencio
que es, como una llamada
una valiosa oración
un presente, una llama
encendida desde el alma
y evoca en su consecuencia
a Dios
sin perturbación
y en su esperanza,
en la que todo lo envuelve
esa paz
desde un silencio
creado a la imagen de Dios
que mi espíritu invoca,
la sed que siento
con toda el alma.