Lo inconcebible
para la mente humana
es la locura
de un pensamiento
que lo conmueve
Dios
con su silencio,
que ante mis ojos
suscita
una profunda
reflexión
en cada encuentro,
que revela
la iluminación
del razonamiento,
con el que concibo
la transparencia
de mi liberación
en su silencio,
en un estado
que con la mirada
dirijo
con observación
en cada reflejo,
con el que percibo
el magnetismo
de su ser,
que entiendo
al poder ver
desde su vacío
mi pensamiento
con el que
se abre en mí
su silencio
sin interponer
resistencia,
a la locura
que con meditación
inspira en mí
cada respuesta.