Las palabras pueden morir
al ser exhaladas
como en el reflejo
al ser exhaladas
como en el reflejo
en el que expiran
y mueren ahuyentadas,
y mueren ahuyentadas,
en un silencio
en el que se quiebran
por la esperanza
de ser recibidas
ante un silencio
que las ensordecen
y las callan,
no muero
por sentir ese silencio
que no me enmudece
ni me socava,
ni siquiera
temo que sea la muerte
el fin de mi esperanza
temo que sea la muerte
el fin de mi esperanza
porque no creo en la muerte
ni en nada en semejanza
más siento
que me siento vivo
porque siento el alma
que no perece
en esa agonía
aunque no la sienta
en estas palabras,
ni que me enseñen
que mi locura
no tiene sentido
porque siento
porque siento
que cautiva
mi esperanza
sé que moriré
con mi locura
porque ella me salva
porque ella me salva
no tengo nada más que entregar
mi vida, mi fe y hasta mi alma
que la siento
como me la ha enseñado Dios
como cuando la siento
al escribir con mis manos
estas palabras,
no tengo ofensa que ocultar
ni palabra que me pueda herir
ni verdad que me pueda callar
sé que ante mis ojos
existe la luz de Dios
en mi cuerpo
y en mi alma,
justo
hasta que me alcance
la muerte
y pueda yacer
lo que de mí reste
y pueda desmembrar
y pueda yacer
lo que de mí reste
y pueda desmembrar
el alma
y alcance la verdadera luz
que como en un sueño
nunca abandonará
mi esperanza.