Tomo
el agua bendita
de los silencios
clara, pura y cristalina
mojando mis dedos
en la oscuridad
de cada oración
que desde el pensamiento
ilumina la soledad
con sus reflejos
el amor callado
que al palpitar
conmueve
la esperanza
entre las almas
que en mi corazón
recuerdo al abrazar
la sensación
recogida en mi pecho,
en mi oscuridad
que se ilumina
de la emoción
con la que siento
a Dios encontrar
a través
del único silencio
con el que se puede
mostrar
el sentido
de mi inspiración
que me conmueve
tan sólo
con acariciar
de la luz
la oscuridad
con la que el verso
vuelve en mí
tan preciado
silencio.