El universo
sin duda
está
en la mente,
sólo
con Dios
ese misterio
se entiende.
El misterio
son sus ojos
al contemplar la luz
o al adentrarme
ante la oscuridad
que en la noche
descubro en mi rostro
con sueños de luz,
ese es el misterio
en el que se encuentra
mi alma, atrapada
por el fervor piadoso
cuando mi oración
es Jesús,
que mana de la oscuridad
de un único pensamiento
que me conmueve
con la emotividad
de un sentimiento
con el que poder rezar
y orientar mi actitud,
que cuanto más oscuro
es lo que siento
con más luz
se vuelve en lo cierto
y me descubre solo
ante un silencio
sin reparar
ante mi pronta
inquietud.