La acción acomete
y nada de lo que transcurre
puede ser tan presumible
como la realidad
en la que me sumerjo
ante todo liberal, honesta
y de delicado silencio,
noto una armonía en mi interior
un desahogo
una exaltación tras el verso
que predomina
ante la seguridad
de la emoción
con la que me conmueve
y se hace en mí
satisfactoria
la consumación pletórica
en la que me disperso
de mi centro de gravedad
de mi locura
y mi silencio,
hasta que hace un momento
en el que yo no podía
tratar de imaginar
que este sería
en mi discernimiento
el hallarme cautivo
en la verdad
de un encuentro,
en el que mi corazón
lo ha conseguido
una libre oscilación
del silencio,
en el que
inequívocamente
lo he podido evocar
ante mi silencio
solo,
transpirable
mi sentimiento.
